La palabra “perdón” proviene del latín per-donare. Perdón es sinónimo de don, está compuesto por la partícula latina per que indica un cumplimiento y donar que significa conceder. Por lo tanto, perdonar significa donar completamente, sin condiciones.
Cuando Dios nos creó, nos dio en don todas las características celestiales. Dios nos ha dado todo en don, nos ha dado el don de la luz, del amor, el don de la paciencia, el don de la fortaleza y también el don material.
Al encarnarse, Jesús quiso darnos el perdón: ‘Como don, Jesús nos salva’. Por eso, cuando pensamos en el perdón, debemos pensar siempre que me fue dado en don, como un don.
Al instituir la Eucaristía, Jesús dijo: “Haced esto en memoria mía”, es decir, “como Yo hice”: donando, haciéndonos don de nosotros mismos a los demás. La Iglesia, por tanto, es don y junto con los sacerdotes es la base de la salvación, Ella da el don recibido, por eso la Iglesia perdona. El sacerdote que absuelve de los pecados dice “te perdono”, que significa: te doy esta absolución como don. Al inicio de la Santa Misa el sacerdote afirma “reconocemos nuestros pecados”, con la confesión de nuestras faltas, Dios perdona nuestros pecados y nos devuelve el don de Sí mismo, el don de Su cercanía, el don de la Luz para participar en la Sagrada Eucaristía.
Con el Santo Bautismo nos convertimos en hijos de Dios, Dios perdonó nuestros pecados y nos dio en don la vida de la gracia. Con el bautismo somos incorporados a Dios, somos vida de Dios dentro de Dios, dentro de la Trinidad, somos hijos por don. El perdón circula también en la Trinidad, las Tres Divinas Personas se ofrecen ‘por don’.
Esta característica del Don es la base fundamental de la Madre Mística Sacerdotal y su hijo sacerdote; la madre mística adopta espiritualmente a un sacerdote, y no sólo reza por él, sino que comparte con él, en la Divina Voluntad, su vida sacerdotal, una vida de ofrenda a Cristo y a Su Iglesia. La madre mística recibió en don a su hijo sacerdote (cuyo nombre sólo conocerá en el Cielo), pero recibe la remisión de sus pecados de su hijo sacerdote. El perdón es, por tanto, un don que se recibe y se da al mismo tiempo.
La palabra perdón debería circular también dentro de nosotros. Hemos recibido la vida como don, hablamos como don, caminamos como don, contemplamos el cielo azul, las estrellas, el mar, todo como don. Todo es un don. El perdón es el don más grande que se puede dar, el más completo e inmenso de todos.
Fiat