El “Sí” de María
El modelo perfecto que imitar para recibir y acoger a Jesús que quiere habitar en nosotros es el “Sí” de María “Que se cumpla en mí lo que has dicho”, es decir “Se cumpla en Mí Tu Voluntad”. El Verbo a esta respuesta se encarnó en el Seno de María y compartió con Ella su naturaleza humana y divina.
A partir de ese momento se inició un intercambio de vida entre Madre e Hijo, entre el Creador y la criatura. Lo mismo ocurre cuando acogemos a Jesús Eucaristía, Él desea comunicarse a nosotros, pero espera la respuesta de nuestro “Amén”, es decir, “Yo quiero-Yo creo”. Nuestro “Amén” está ligado al “Sí” de María y como en María, con nuestro “Sí”, Jesús desciende en nosotros y se comunica con Su Humanidad y Divinidad, verdadero Dios y verdadero Hombre.
Dios quiere encontrar Su Vida Divina en nosotros, Él nos la dio con el Santo Bautismo, con el cual nos convertimos en el templo del Espíritu Santo (1Corintios 6,19). El crecimiento de la vida Eucarística va de la mano con el camino bautismal. Si el Amén se transforma en vida, Dios permanece en nosotros, alimentando nuestra existencia con Su Gracia. El plan de Dios es único, tal como lo inició en María desde su concepción, así sigue cumpliéndolo en la humanidad según Su Voluntad, siempre respetando nuestra libertad porque Dios nos ama y libremente quiere salvarnos y santificarnos.
¡Dios se hizo Hombre para venir y morar en nosotros y vivir con nosotros!
Virgen y Madre María,
tú que, movida por el Espíritu,
acogiste al Verbo de la vida
en la profundidad de tu humilde fe,
totalmente entregada al Eterno,
ayúdanos a decir nuestro “sí”
ante la urgencia, más imperiosa que nunca,
de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.
Madre del Evangelio viviente,
manantial de alegría para los pequeños,
ruega por nosotros.
Amén. Aleluya.
(Evangelii Gaudium)
(De las meditaciones de Sor Assunta Marigliano)