de P. Angelo Sardone rcj[1]
Los santos se encuentran en los
camino de la Providencia.
El encuentro
de S. Aníbal María di Francia (Mesina, Italia 1851-1927) con Luisa Piccarreta
fue determinado por su presencia en la diócesis y ciudad de Trani para la
apertura de la casa de las religiosas Hijas del Divino Celo en abril de 1910.
Desde entonces hasta el 25 de mayo de 1927, unos días antes de la muerte del
santo de Mesina, se desarrolló entre ellos una profunda relación espiritual y
una copiosa correspondencia epistolar.
Las
revelaciones de la Divina Voluntad y los escritos sobre el Divino Querer de
Luisa, le fascinaron de tal modo a S. Aníbal que se sintió como una nada
ante la gran misericordia del Señor y el gran depósito de la Revelación de la
Divina Voluntad[2]
y fueron objeto continuo de meditación para él[3].
Sobre todo los últimos meses de su vida, cuando la pleuritis no le daba
descanso, él sentía una fuertísima cercanía a Luisa y una analogía
participativa a sus sufrimientos: Yo
sufro noches muy angustiosas y ud. que está con Jesús por las noches,
recuérdese de mí que me la paso en agonía[4]. Luisa le ofreció compartir sus penas
nocturnas[5]
como también él le llegó a confiar cosas muy grandes referentes a su vida
espiritual[6].
Además de
ser confesor extraordinario de Luisa, en 1926 S. Aníbal fue encargado por el
Arzobispo Mons. Giuseppe M. Leo como Examinador
eclesiástico para las publicaciones de sus tres diócesis Trani, Barletta e
Bisceglie y jurisdicción sobre Luisa, en
lo referente a vuestros escritos, y a la publicación de los mismos, es decir de
encargarme y disponer la debida publicación; como creo que sea justo
(palabras suyas) [7]. Esta responsabilidad lo tuvo ocupado
de manera casi continua, hasta casi apartarlo de sus compromisos de fundador: sepa que yo ya no me ocupo casi de ninguna
otra cosa de mis institutos, desde que me he dedicado a la grande obra de la
Divina Voluntad. Hablo de ella con personas espirituales, me entretengo con
este argumento con quien mejor puedo, hago toda la propaganda que puedo,
incluso en mis institutos[8].
La
confianza de Luisa en S. Aníbal fue ciega; en sus manos dejó la decisión de
publicar o no sus manuscritos: si ve ud.
que son necedades y que ningún bien se puede hacer a las almas hágalo a un lado
y quémelo[9]. Esto escribía refiriéndose a la
delicadeza del contenido, cosas que se
refieren a tantos castigos, sacerdotes, de manera que exponerlo para que otros lo
lean me hace sentir una pena muy grande. Yo he escrito sólo por obedecer y no
por otra cosa[10].
Y S.
Aníbal le respondía: son puntos que por
cuanto verdaderos y santos mirándolos con espíritu y con santa simplicidad,
igualmente se podría herir a la prudencia publicándolos, encontrándose con la
crítica de la Autoridad eclesiástica, la cual respondería con prejuicio de toda
la Obra. Hay algunos capítulos que deben dejarse para después de que ud. esté en
el cielo[11].
El santo
canónico de Mesina tuvo una gran estima por Lusa. En el Prefacio para el Reloj de la Pasión, él define como sublimes las revelaciones, que piamente se cree, quedando siempre a
salvo los juicios de la S. Iglesia, que fueron dadas por nuestro bendito Señor
Jesucristo, desde la más tierna edad, a un alma muy amada por él hija y
discípula, una mujer privilegiada, mística
que quiere vivir solitaria, escondida
e de incógnito, una virgen purísima, toda de Dios, la más pequeña encontrada sobre
la tierra, destituida de toda instrucción, dotada de una familiaridad
extraordinaria con Jesús, preparada para
una misión tan sublime, que ninguna otra criatura se puede comparar con ella,
es decir, el triunfo de la Divina Voluntad sobre el todo el Universo, en conformidad
a cuanto se dice en el Padre Nuestro: Fiat Voluntas tua, sicut in coelo et in terra.
Es esposa de Jesús crucificado que durante la noche se la pasa en éxtasis doloroso
y en todo género de padecimientos, y luego durante el día sentada sobre su
cama, trabaja el encaje de bolillos, y no deja que nada se transparente.
Escucha benignamente, conforta, pero jamás se adelanta a hacer de profetisa,
jamás una palabra que aluda a revelaciones. El gran conforto que ella presenta,
es siempre uno, siempre el mismo
argumento: “La Divina Voluntad”. Si bien ella no posee ciencia humana alguna, está dotada abundantemente de
una sabiduría del todo celestial, de la Ciencia de los Santos. Sus palabras
iluminan y consuelan. En síntesis ella es Hija primogénita de la divina voluntad[12].
Luisa fue tocada profundamente por la sabiduría, la prudencia y la
santidad de S. Aníbal que definía Padre
de inmensa prole para tantos pobres y huérfanos abandonados que él recogía[13] y
le aseguraba que Jesús le devolvería centuplicado
tantos sacrificios[14], no dejará de premiar tanta generosidad
vuestra[15]. Revelaba, en fin, proféticamente: el
Señor le recompense generosamente por el
trabajo del Reloj[16] y que sea éste una de las más hermosas
joyas que resplandecerán sobre vuestra cabeza[17].
Fue precisamente
S. Aníbal que le pidió a Luisa escribir el Reloj
de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo entre 1913 y 1914. Considerándolo
un libro de oro para los tiempos actuales,
proveyó él mismo a darle el título y a encargarse de bien cuatro ediciones que
sistemáticamente se vendieron rápidamente miles de copias. La misma suerte tuvo
para las Memorias de la infancia: la Señora
Obediencia quiere que ud. escriba todo lo que se recuerda de su niñez, de su infancia
y de su juventud en todo lo que se refiere al santo comercio íntimo con el
Divino Amante, hasta llegar al inicio de la enfermedad que la tiene en cama…[18]. El texto comenzó a imprimirse en Oria en
el mes de julio de 1926.
El
trabajo más arduo que emprendió S. Aníbal fue sin duda la corrección y la
publicación de los volúmenes de la Divina Voluntad. Su idea era publicar la
obra en Mesina en donde tenía la posibilidad de tener todo bajo control especialmente
en lo referente a las pruebas. Pero como en Mesina las ocupaciones eran tantas,
se llevó el trabajo a su tipografía antoniana en Oria, en donde había jóvenes tipógrafos que con rapidez y gran
amor han apreciado el privilegio concedido por Nuestro Señor de publicar estos
escritos[19]. La tipografía fue autorizada debidamente para adquirir un buen surtido de fuentes tipográficas en
las fábricas[20]. ¡Oh, si me encontrara en el vigor de mis fuerzas y de mi mente, como quisiera
volar a Oria para dedicarme a esta divina empresa! [21]. Al inicio de 1927 algunas hojas ya estaban imprimiéndose[22]. Las dificultades
para avanzar rápidamente con el trabajo fueron determinadas por las tantas
cosas que había que leer y corregir, por el estado precario de su salud y
también por las luchas diabólicas que sufrió: los espíritus infernales querría trastorna la grande Obra[23], confiesa a Luisa el P. Aníbal: No
le digo cómo siento temblar al demonio, es más a muchos demonios, por lo que
con frecuencia hago exorcismos a Satanás en el Nombre de Jesús. Le digo en el
máximo secreto, que el demonio para abatirme, tomó la forma de una persona que
conocemos para traerme noticias muy impresionantes y por las cuales me vinieron
una especie de palpitaciones que estuvieron por matarme, pero después se
descubrió el engaño[24]. Todo esto porque se trataba de una publicación
por la cual tiembla tanto el infierno…[25]
El
compromiso asumido para la publicación de los escritos de Luisa de parte de S.
Aníbal era sacrosanto al punto que afirmaba que, en caso de que muriera, sus
sacerdotes debían continuar la Obra de la publicación, ya que siendo una congragación religiosa aprobada por la Iglesia, es
mayor garantía que la de un solo individuo[26]. El más cercano colaborador, el P.
Pantaleone Palma, que había comprendido el alcance excepcional de una empresa
semejante, no tuvo todo el tiempo material para esto, ya que fue confinado a la
Scala Santa en donde murió el 2 de septiembre de 1935.
El último
año de la vida del P. Aníbal está caracterizado por una copiosa correspondencia
con Luisa[27].
Además de las problemáticas vinculadas a la revisión de los escritos y su publicación,
la correspondencia revela la situación real de la salud de S. Aníbal. Mi salud no está bien. Siento que se me van
las fuerzas y algunas noches me la paso con insomnio. Tuve que suspender el
trabajo de las correcciones de los borradores cuando iba en lo más bello[28]… de solo pensar en el gran trabajo de todas
estas publicaciones, ¡me siento como asustado por una impotencia mental! [29].
Luisa le
había hecho esperar una sanación sobre todo para poder ocuparse de la
publicación de las obras de la Divina Voluntad. S. Aníbal estaba contento y
consciente: al parecer es el Señor que lo
quiere, sea porque puso en nuestro poder todos los escritos, es decir el gran
depósito de sus divinas revelaciones, sea por las luces particulares que el
Señor me ha venido dando para llevar a cabo la publicación que dentro de poco
la verá ud. con el primer cuadernillo que se está imprimiendo en Oria, o
también porque los grandes medios y maquinas que se necesitan y los brazos, porque
de todo esto el Señor nos ha dado y nos da con singular abundancia[30]. La confianza de S. Aníbal continuaba a
ser grande: pídale a Nuestro Señor con fe
y amor que al menos pueda obrar mi curación milagrosa. Esto se lo pido por los
19 volúmenes que están encerrados en ese archivo y por los que ud. continúa
escribiendo… En mi mente está todo el diseño y el desarrollo de la grandiosa
publicación[31]. Sin embargo las cosas no se dieron así.
En el Volumen 22 (1 junio 1927) Luisa anotó:
…me llegó la noticia inesperada de
la muerte del Rvdo. Padre di Francia: era el único que me quedaba con quien
podía abrir mi pobre alma. Qué bien me comprendía; era un santo a quien yo me
confiaba y que había comprendido el valor de lo que Jesús me ha dicho sobre la
Divina Voluntad; estaba tan interesado en esto que con insistencia se llevó
todos los escritos para publicarlos… yo no quería y sólo porque era un santo yo
cedí[32].
S. Aníbal
se afianzó tanto en su celo por el misterio de la pasión de Jesús y el poner
por obra el Querer Divino, al punto de echar mano a un trabajillo de la Divina Voluntad, la hipótesis de constitución de
una Pía Unión universal espiritual,
titulada Hijos de la Divina Voluntad. Será instituida de manera muy simple. No
tendrá registros, ni reglamentos, ni reuniones, ni pagos, ni obligaciones de
conciencia. Imprimiremos, con la ayuda del Señor cientos de miles de inscripciones,
en las que estará la recitación de la coronilla de la Divina Voluntad, compuesta
por dos partes… Esta Pía unión la presentará para su aprobación eclesiástica a
la Sagrada Congragación de las Indulgencias en Roma y espero enriquecerla de
santas indulgencias. Servirá para propagar en el mundo las publicaciones y el
conocimiento de las revelaciones de la Divina Voluntad… estas inscripciones serán
traducidas en muchos idiomas y se difundirán en muchas naciones[33]. No se trata de casas de religiosas como Hijas
de la Divina Voluntad que se deben formar en el mundo … sino
que todas las casas de religiosos y religiosas, y todas las clases de
seculares, y cualquier persona del mundo entero, puede hacerse hijo o hija del
Querer Divino con solo aceptar la inscripción... No habrá registros para
inscribirse, ni reglas, sino celadores y celadoras para difundir las Inscripciones[34].
Toda su
pasión, su tenacidad y su buena voluntad se detuvo ante la enfermedad
galopante: los borradores de la primera impresión,
ya no los veré yo, sino los míos. ¿Y el Prefacio? ¡Hay! ¡No tengo cabeza para
poder dictarlo!... Pero llego a poder dictar el prefacio, saldrá tan simple y
eficaz, que impresionará hasta a los más altos personajes de la S. Iglesia,
incluyendo el Sumo Pontífice[35].
Y en esto
fue verdaderamente profeta.
Los
santos no solamente se encuentran en los caminos de la Providencia, sino que
llegan a ser el uno para el otro soporte providencial en el desarrollo del
conocimiento recíproco y en la difusión del respectivo carisma.
Lo que S.
Aníbal hizo en el trascurso de los últimos 17 años de su existencia a favor de
Luisa Piccarreta para la divulgación de la grandiosa obra de la Divina
Voluntad, ahora se le ha restituido sistemáticamente por la misma Luisa a
través del fenómeno singularísimo de la estrepitosa difusión de sus escritos y
de la espiritualidad del Querer Divino por todas partes en todo el mundo. Estás
han llegado a ser elemento catalizador que está favoreciendo sin medida el
conocimiento de la vida y de la santidad de San Aníbal María di Francia,
apóstol de la oración por las vocaciones, padre lo los huérfanos y de los pobres
y … “Pequeño Hijo de la Divina Voluntad”.
[1] “rcj” Rogacionistas del Sagrado Corazón:
Congregación Religiosa fundada por San Anibal María di Francia.
[2] Cfr. A. M. Di Francia, a Luisa, Mesina 23 febrero 1927, reportada en Recopilación de cartas enviadas a la Sierva de Dios Luisa Piccarreta
por San Aníbal María di Frnacia, al
cuidado de la Postulación de la Causa de beatificación de Luisa Piccarreta,
Corato 1997, p. 49.
[3] Cfr. Id., Carta
a Luisa, Mesina 20 junio 1924, en Recopilación,
p. 13.
[4] Cfr. Id., Carta
a Luisa, Mesina 8 marzo 1927, en Recopilación,
p. 59.
[5] Habla de esto S.
Aníbal en su carta desde Mesina, 24 marzo 1927, en Recopilación, p. 64.
[6] Cfr. Di Francia, Carta a Luisa, Mesina 17 aprile 1927, en Recopilación, p. 66.
[7] Cfr. Id., Carta
a Luisa, 15 octubre 1926, c/o Postulación Luisa Piccarreta.
[8] Cfr. Id., Carta
a Luisa, Mesina 14 febrero 1927, en Recopilación,
p. 47.
[9] Cfr. Id., Carta
a Luisa, 9 junio 1917, en APR, Roma.
[10] Cfr. Id., Carta
a Luisa, 17 julio 1921, in APR, Roma. Preocupación análoga muestra en la
carta del 26 marzo 1922, invitando al Padre, que regresaba de la Apulia, a que
le regresara un manuscrito que tenía consigo: me hará el bien de quitarme una preocupación y poder estar en paz.
[11] Cfr. Id., Carta
a Luisa, Mesina 23 febrero 1927, en Recopilación,
p. 54.
[12] Cfr. Di Francia, Carta a Luisa, Mesina 23 febrero 1927, en Recopilación, p. 49.
[13] Luisa Piccarreta, Carta a S. Aníbal, Corato 3 septiembre
1916, en APR, Roma.
[14] Id., Carta
al Di Francia , Corato 30 junio 1917, in APR, Roma.
[15] Id.,
Carta al Di Francia, Corato 15 diciembre
1920 (fecha del timbre postal). Por un error de transcripción Luisa escribió
15/4/1920.
[16] L’Orologio: El Reloj de la Pasión, más conocido como: Las Horas
de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
[17] Id.,
Carta al Di Francia probablemente de
1917.
[18] Cfr. Di
Francia, Carta a Luisa, Trani
30 agosto 1926, c/o Postulación di Luisa Piccarreta.
[19] Cfr. Id., Carta
a Luisa, 23 novembre 1926, en Recopilación,
pp. 35-36.
[22] Cfr. Di Francia, Carta a Luisa, 23 febrero 1927, en Recopilación, p. 50.
[23] Cfr. Di Francia, Carta a Luisa, 23 febrero 1927, en Recopilación, p. 52.
[24] Cfr. Id., Carta
a Luisa, Mesina 24 marzo 1927, en Recopilación,
p. 64.
[26] Cfr. Di Francia, Carta a Luisa, 8 marzo 1927, en Recopilación,
p. 59.
[27] Cfr. Recopilación de cartas enviadas por el Santo
Pdre Aníbal María di Francia a la sierva de Dios Luisa Piccarreta, publicado
por la Postulación de la Causa di beatificación di Luisa Piccarreta, Corato
1997, pp. 38-68.
[28] Cfr. Di Francia, Carta a Luisa, Mesina 24 enero 1927 en Recopilación, p. 43.
[29] Cfr. Id., Carta
a Luisa, Mesina 23 febrero 1927, en Recopilación,
p. 51.
[30] Cfr. Id., Carta
a Luisa, Mesina 4 marzo 1927, en Recopilación,
pp. 56-57.
[31] Cfr. Id., Carta
a Luisa, Mesina 14 abril 1927, en Recopilación,
pp. 66-67.
[32] Tomado de Luisa La Santa, boletín publicado por la Pia Associazione Luisa
Piccarreta Piccoli Figli della Divina Volontà, año IX n.6 (julio 1998), p. 2.
[33] Cfr. Di Francia, Carta a Luisa, Mesina 23 febrero 1927, en Recopilación, pp. 50-51.
[34] Cfr. Id., Carta
a Luisa, Mesina 4 marzo 1927, en Recopilación,
pp. 57-58.
[35] Cfr. Id., Carta
a Luisa, Mesina 24 marzo 1927, en Recopilación,
pp. 63-64.