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S. Aníbal María di Francia

“Pequeño Hijo de la Divina Voluntad”

31/05/2024
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de P. Angelo Sardone rcj[1]

 

               Los santos se encuentran en los camino de la Providencia.

El encuentro de S. Aníbal María di Francia (Mesina, Italia 1851-1927) con Luisa Piccarreta fue determinado por su presencia en la diócesis y ciudad de Trani para la apertura de la casa de las religiosas Hijas del Divino Celo en abril de 1910. Desde entonces hasta el 25 de mayo de 1927, unos días antes de la muerte del santo de Mesina, se desarrolló entre ellos una profunda relación espiritual y una copiosa correspondencia epistolar.

Las revelaciones de la Divina Voluntad y los escritos sobre el Divino Querer de Luisa, le fascinaron de tal modo a S. Aníbal que se sintió como una nada ante la gran misericordia del Señor y el gran depósito de la Revelación de la Divina Voluntad[2] y fueron objeto continuo de meditación para él[3]. Sobre todo los últimos meses de su vida, cuando la pleuritis no le daba descanso, él sentía una fuertísima cercanía a Luisa y una analogía participativa a sus sufrimientos: Yo sufro noches muy angustiosas y ud. que está con Jesús por las noches, recuérdese de mí que me la paso en agonía[4]. Luisa le ofreció compartir sus penas nocturnas[5] como también él le llegó a confiar cosas muy grandes referentes a su vida espiritual[6].

Además de ser confesor extraordinario de Luisa, en 1926 S. Aníbal fue encargado por el Arzobispo Mons. Giuseppe M. Leo como Examinador eclesiástico para las publicaciones de sus tres diócesis Trani, Barletta e Bisceglie y jurisdicción sobre Luisa, en lo referente a vuestros escritos, y a la publicación de los mismos, es decir de encargarme y disponer la debida publicación; como creo que sea justo (palabras suyas) [7]. Esta responsabilidad lo tuvo ocupado de manera casi continua, hasta casi apartarlo de sus compromisos de fundador: sepa que yo ya no me ocupo casi de ninguna otra cosa de mis institutos, desde que me he dedicado a la grande obra de la Divina Voluntad. Hablo de ella con personas espirituales, me entretengo con este argumento con quien mejor puedo, hago toda la propaganda que puedo, incluso en mis institutos[8].

La confianza de Luisa en S. Aníbal fue ciega; en sus manos dejó la decisión de publicar o no sus manuscritos: si ve ud. que son necedades y que ningún bien se puede hacer a las almas hágalo a un lado y quémelo[9]. Esto escribía refiriéndose a la delicadeza del contenido, cosas que se refieren a tantos castigos, sacerdotes, de manera que exponerlo para que otros lo lean me hace sentir una pena muy grande. Yo he escrito sólo por obedecer y no por otra cosa[10].

Y S. Aníbal le respondía: son puntos que por cuanto verdaderos y santos mirándolos con espíritu y con santa simplicidad, igualmente se podría herir a la prudencia publicándolos, encontrándose con la crítica de la Autoridad eclesiástica, la cual respondería con prejuicio de toda la Obra. Hay algunos capítulos que deben dejarse para después de que ud. esté en el cielo[11].

El santo canónico de Mesina tuvo una gran estima por Lusa. En el Prefacio para el Reloj de la Pasión, él define como sublimes las revelaciones, que piamente se cree, quedando siempre a salvo los juicios de la S. Iglesia, que fueron dadas por nuestro bendito Señor Jesucristo, desde la más tierna edad, a un alma muy amada por él hija y discípula, una mujer privilegiada, mística que quiere vivir solitaria, escondida e de incógnito, una virgen purísima, toda de Dios, la más pequeña encontrada sobre la tierra, destituida de toda instrucción, dotada de una familiaridad extraordinaria con Jesús, preparada para una misión tan sublime, que ninguna otra criatura se puede comparar con ella, es decir, el triunfo de la Divina Voluntad sobre el todo el Universo, en conformidad a cuanto se dice en el Padre Nuestro: Fiat Voluntas tua, sicut in coelo et in terra. Es esposa de Jesús crucificado que durante la noche se la pasa en éxtasis doloroso y en todo género de padecimientos, y luego durante el día sentada sobre su cama, trabaja el encaje de bolillos, y no deja que nada se transparente. Escucha benignamente, conforta, pero jamás se adelanta a hacer de profetisa, jamás una palabra que aluda a revelaciones. El gran conforto que ella presenta, es siempre uno, siempre el mismo argumento: “La Divina Voluntad”. Si bien ella no posee ciencia humana alguna, está dotada abundantemente de una sabiduría del todo celestial, de la Ciencia de los Santos. Sus palabras iluminan y consuelan. En síntesis ella es Hija primogénita de la divina voluntad[12].

Luisa fue tocada profundamente por la sabiduría, la prudencia y la santidad de S. Aníbal que definía Padre de inmensa prole para tantos pobres y huérfanos abandonados que él recogía[13] y le aseguraba que Jesús le devolvería centuplicado tantos sacrificios[14], no dejará de premiar tanta generosidad vuestra[15]. Revelaba, en fin, proféticamente: el Señor le recompense generosamente por el trabajo del Reloj[16] y que sea éste una de las más hermosas joyas que resplandecerán sobre vuestra cabeza[17].

Fue precisamente S. Aníbal que le pidió a Luisa escribir el Reloj de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo entre 1913 y 1914. Considerándolo un libro de oro para los tiempos actuales, proveyó él mismo a darle el título y a encargarse de bien cuatro ediciones que sistemáticamente se vendieron rápidamente miles de copias. La misma suerte tuvo para las Memorias de la infancia: la Señora Obediencia quiere que ud. escriba todo lo que se recuerda de su niñez, de su infancia y de su juventud en todo lo que se refiere al santo comercio íntimo con el Divino Amante, hasta llegar al inicio de la enfermedad que la tiene en cama…[18]. El texto comenzó a imprimirse en Oria en el mes de julio de 1926.

El trabajo más arduo que emprendió S. Aníbal fue sin duda la corrección y la publicación de los volúmenes de la Divina Voluntad. Su idea era publicar la obra en Mesina en donde tenía la posibilidad de tener todo bajo control especialmente en lo referente a las pruebas. Pero como en Mesina las ocupaciones eran tantas, se llevó el trabajo a su tipografía antoniana en Oria, en donde había jóvenes tipógrafos que con rapidez y gran amor han apreciado el privilegio concedido por Nuestro Señor de publicar estos escritos[19]. La tipografía fue autorizada debidamente para adquirir un buen surtido de fuentes tipográficas en las fábricas[20]. ¡Oh, si me encontrara en el vigor de mis fuerzas y de mi mente, como quisiera volar a Oria para dedicarme a esta divina empresa! [21]. Al inicio de 1927 algunas hojas ya estaban imprimiéndose[22]. Las dificultades para avanzar rápidamente con el trabajo fueron determinadas por las tantas cosas que había que leer y corregir, por el estado precario de su salud y también por las luchas diabólicas que sufrió: los espíritus infernales querría trastorna la grande Obra[23], confiesa a Luisa el P. Aníbal: No le digo cómo siento temblar al demonio, es más a muchos demonios, por lo que con frecuencia hago exorcismos a Satanás en el Nombre de Jesús. Le digo en el máximo secreto, que el demonio para abatirme, tomó la forma de una persona que conocemos para traerme noticias muy impresionantes y por las cuales me vinieron una especie de palpitaciones que estuvieron por matarme, pero después se descubrió el engaño[24]. Todo esto porque se trataba de una publicación por la cual tiembla tanto el infierno…[25]

El compromiso asumido para la publicación de los escritos de Luisa de parte de S. Aníbal era sacrosanto al punto que afirmaba que, en caso de que muriera, sus sacerdotes debían continuar la Obra de la publicación, ya que siendo una congragación religiosa aprobada por la Iglesia, es mayor garantía que la de un solo individuo[26]. El más cercano colaborador, el P. Pantaleone Palma, que había comprendido el alcance excepcional de una empresa semejante, no tuvo todo el tiempo material para esto, ya que fue confinado a la Scala Santa en donde murió el 2 de septiembre de 1935.

El último año de la vida del P. Aníbal está caracterizado por una copiosa correspondencia con Luisa[27]. Además de las problemáticas vinculadas a la revisión de los escritos y su publicación, la correspondencia revela la situación real de la salud de S. Aníbal. Mi salud no está bien. Siento que se me van las fuerzas y algunas noches me la paso con insomnio. Tuve que suspender el trabajo de las correcciones de los borradores cuando iba en lo más bello[28]… de solo pensar en el gran trabajo de todas estas publicaciones, ¡me siento como asustado por una impotencia mental! [29].

Luisa le había hecho esperar una sanación sobre todo para poder ocuparse de la publicación de las obras de la Divina Voluntad. S. Aníbal estaba contento y consciente: al parecer es el Señor que lo quiere, sea porque puso en nuestro poder todos los escritos, es decir el gran depósito de sus divinas revelaciones, sea por las luces particulares que el Señor me ha venido dando para llevar a cabo la publicación que dentro de poco la verá ud. con el primer cuadernillo que se está imprimiendo en Oria, o también porque los grandes medios y maquinas que se necesitan y los brazos, porque de todo esto el Señor nos ha dado y nos da con singular abundancia[30]. La confianza de S. Aníbal continuaba a ser grande: pídale a Nuestro Señor con fe y amor que al menos pueda obrar mi curación milagrosa. Esto se lo pido por los 19 volúmenes que están encerrados en ese archivo y por los que ud. continúa escribiendo… En mi mente está todo el diseño y el desarrollo de la grandiosa publicación[31]. Sin embargo las cosas no se dieron así. En el Volumen 22 (1 junio 1927) Luisa anotó:  …me llegó la noticia inesperada de la muerte del Rvdo. Padre di Francia: era el único que me quedaba con quien podía abrir mi pobre alma. Qué bien me comprendía; era un santo a quien yo me confiaba y que había comprendido el valor de lo que Jesús me ha dicho sobre la Divina Voluntad; estaba tan interesado en esto que con insistencia se llevó todos los escritos para publicarlos… yo no quería y sólo porque era un santo yo cedí[32].

S. Aníbal se afianzó tanto en su celo por el misterio de la pasión de Jesús y el poner por obra el Querer Divino, al punto de echar mano a un trabajillo de la Divina Voluntad, la hipótesis de constitución de una Pía Unión universal espiritual, titulada Hijos de la Divina Voluntad. Será instituida de manera muy simple. No tendrá registros, ni reglamentos, ni reuniones, ni pagos, ni obligaciones de conciencia. Imprimiremos, con la ayuda del Señor cientos de miles de inscripciones, en las que estará la recitación de la coronilla de la Divina Voluntad, compuesta por dos partes… Esta Pía unión la presentará para su aprobación eclesiástica a la Sagrada Congragación de las Indulgencias en Roma y espero enriquecerla de santas indulgencias. Servirá para propagar en el mundo las publicaciones y el conocimiento de las revelaciones de la Divina Voluntad… estas inscripciones serán traducidas en muchos idiomas y se difundirán en muchas naciones[33].  No se trata de casas de religiosas como Hijas de la Divina Voluntad que se deben formar en el mundo …  sino que todas las casas de religiosos y religiosas, y todas las clases de seculares, y cualquier persona del mundo entero, puede hacerse hijo o hija del Querer Divino con solo aceptar la inscripción... No habrá registros para inscribirse, ni reglas, sino celadores y celadoras para difundir las Inscripciones[34].

Toda su pasión, su tenacidad y su buena voluntad se detuvo ante la enfermedad galopante: los borradores de la primera impresión, ya no los veré yo, sino los míos. ¿Y el Prefacio? ¡Hay! ¡No tengo cabeza para poder dictarlo!... Pero llego a poder dictar el prefacio, saldrá tan simple y eficaz, que impresionará hasta a los más altos personajes de la S. Iglesia, incluyendo el Sumo Pontífice[35].

Y en esto fue verdaderamente profeta.

Los santos no solamente se encuentran en los caminos de la Providencia, sino que llegan a ser el uno para el otro soporte providencial en el desarrollo del conocimiento recíproco y en la difusión del respectivo carisma.

Lo que S. Aníbal hizo en el trascurso de los últimos 17 años de su existencia a favor de Luisa Piccarreta para la divulgación de la grandiosa obra de la Divina Voluntad, ahora se le ha restituido sistemáticamente por la misma Luisa a través del fenómeno singularísimo de la estrepitosa difusión de sus escritos y de la espiritualidad del Querer Divino por todas partes en todo el mundo. Estás han llegado a ser elemento catalizador que está favoreciendo sin medida el conocimiento de la vida y de la santidad de San Aníbal María di Francia, apóstol de la oración por las vocaciones, padre lo los huérfanos y de los pobres y … “Pequeño Hijo de la Divina Voluntad”.



[1] “rcj” Rogacionistas del Sagrado Corazón: Congregación Religiosa fundada por San Anibal María di Francia.

[2] Cfr. A. M. Di Francia, a Luisa, Mesina 23 febrero 1927, reportada en Recopilación de cartas enviadas a la Sierva de Dios Luisa Piccarreta por San  Aníbal María di Frnacia, al cuidado de la Postulación de la Causa de beatificación de Luisa Piccarreta, Corato 1997, p. 49.

[3] Cfr. Id., Carta a Luisa, Mesina 20 junio 1924, en Recopilación, p. 13.

[4] Cfr. Id., Carta a Luisa, Mesina 8 marzo 1927, en Recopilación, p. 59.

[5] Habla de esto S. Aníbal en su carta desde Mesina, 24 marzo 1927, en Recopilación, p. 64.

[6] Cfr. Di Francia, Carta a Luisa, Mesina 17 aprile 1927, en Recopilación, p. 66.

[7] Cfr. Id., Carta a Luisa, 15 octubre 1926, c/o Postulación Luisa Piccarreta.

[8] Cfr. Id., Carta a Luisa, Mesina 14 febrero 1927, en Recopilación, p. 47.

[9] Cfr. Id., Carta a Luisa, 9 junio 1917, en APR, Roma.

[10] Cfr. Id., Carta a Luisa, 17 julio 1921, in APR, Roma. Preocupación análoga muestra en la carta del 26 marzo 1922, invitando al Padre, que regresaba de la Apulia, a que le regresara un manuscrito que tenía consigo: me hará el bien de quitarme una preocupación y poder estar en paz.

[11] Cfr. Id., Carta a Luisa, Mesina 23 febrero 1927, en Recopilación, p. 54.

[12] Cfr. Di Francia, Carta a Luisa, Mesina 23 febrero 1927, en Recopilación, p. 49.

[13] Luisa Piccarreta, Carta a S. Aníbal, Corato 3 septiembre 1916, en APR, Roma.

[14] Id.Carta al Di Francia , Corato 30 junio 1917, in APR, Roma.

[15] Id., Carta al Di Francia, Corato 15 diciembre 1920 (fecha del timbre postal). Por un error de transcripción Luisa escribió 15/4/1920.

[16] L’Orologio: El Reloj de la Pasión, más conocido como: Las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

[17] Id., Carta al Di Francia probablemente de 1917.

[18] Cfr. Di Francia, Carta a Luisa, Trani 30 agosto 1926, c/o Postulación di Luisa Piccarreta.

[19] Cfr. Id., Carta a Luisa, 23 novembre 1926, en Recopilación, pp. 35-36.

[20] Cfr. Ibidem.

[21] Cfr. Ibidem.

[22] Cfr. Di Francia, Carta a Luisa, 23 febrero 1927, en Recopilación, p. 50.

[23] Cfr. Di Francia, Carta a Luisa, 23 febrero 1927, en Recopilación, p. 52.

[24] Cfr. Id., Carta a Luisa, Mesina 24 marzo 1927, en Recopilación, p. 64.

[25] Cfr. Ibidem.

[26] Cfr. Di Francia, Carta a Luisa, 8 marzo 1927, en Recopilación, p. 59.

[27] Cfr. Recopilación de cartas enviadas por el Santo Pdre Aníbal María di Francia a la sierva de Dios Luisa Piccarreta, publicado por la Postulación de la Causa di beatificación di Luisa Piccarreta, Corato 1997, pp. 38-68.

[28] Cfr. Di Francia, Carta a Luisa, Mesina 24 enero 1927 en Recopilación, p. 43.

[29] Cfr. Id., Carta a Luisa, Mesina 23 febrero 1927, en Recopilación, p. 51.

[30] Cfr. Id., Carta a Luisa, Mesina 4 marzo 1927, en Recopilación, pp. 56-57.

[31] Cfr. Id., Carta a Luisa, Mesina 14 abril 1927, en Recopilación, pp. 66-67.

[32] Tomado de Luisa La Santa, boletín publicado por la Pia Associazione Luisa Piccarreta Piccoli Figli della Divina Volontà, año IX n.6 (julio 1998), p. 2.

[33] Cfr. Di Francia, Carta a Luisa, Mesina 23 febrero 1927, en Recopilación, pp. 50-51.

[34] Cfr. Id., Carta a Luisa, Mesina 4 marzo 1927, en Recopilación, pp. 57-58.

[35] Cfr. Id., Carta a Luisa, Mesina 24 marzo 1927, en Recopilación, pp. 63-64.


 
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